martes, 12 de junio de 2007

CARTA PARA ANA




Querida Ana:
No sé siquiera si llegarás a leer esto. Tal vez recuerdes una conversación inacabada y quizá no tengas ningún deseo de retomarla. Pero yo sí siento la necesidad de decirte todo lo que no pude entonces. Hablábamos de experiencias y de edad, me decías que hay personas de veinte años que han vivido más experiencias que otras con cuarenta. No voy a rebatírtelo. Hay casos que lo confirman, hay jóvenes que han vivido muy intensamente, o muy extensamente, según se mire, su corta vida. Sólo una cosa antes de empezar: no busques en el diccionario porque lo que voy a darte no es una definición académica, sino mi particular y quizá peculiar visión de lo que son las experiencias, la experiencia y la madurez. De aquéllas no siempre se siguen éstas. Verás, Anita, no siempre se aprende de las experiencias, y considero que la experiencia no es otra cosa que las enseñanzas que se extraen de ellas. En cuanto a la madurez, no es sino la capacidad de responsabilizarse de las consecuencias de los propios actos. Y precisamente porque me considero madura y con experiencia, soy consciente de lo poco que sé y lo mucho que me queda por aprender. Me quedan muchas experiencias por vivir y muchas enseñanzas que extraer de ellas. Y a ti también, Ana.
AFECTUOSAMENTE: TU VIEJA AMIGA

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, yo diria que las dos teneis razon. Hay que vivir muchas cosas para poder aprender de ellas, pero hay que aprender de ellas para que merezca la pena haberlas vivido. En mi opinion, A y B son correctas.

Raquel dijo...

C también es correcta. Lo tuyo es la diplomacia, XDDD Besos, majo.

Sintonía