lunes, 24 de septiembre de 2007

El primer café



Oigo el estimulante gorgoteo del líquido bullendo en la cafetera, subiendo desde el depósito inferior hasta casi rebosar. La retiro del fuego y aspiro ese aroma vivificante y único que despierta mis sentidos aún algo embotados por el sueño de una noche que casi ahora vio su fin. Cae el líquido oscuro y caliente en el pote como del caño de una fuente de manantial vitalizador y saludable. Le añado leche y el color va aclarándose mientras remuevo el café con la cucharilla, hasta adquirir un tono ligeramente más suave. Ya está listo para saborearlo. Nada de azúcar, un buen café manchado y casi amargo, para empezar a vivir otro día. Mientras tomo el café, sin prisas, veo a través de la ventana cómo el sol va elevándose despacio allá, en la línea de un horizonte casi oculto por árboles y casas de fachadas blancas. Está naciendo la mañana y yo renazco a este nuevo día gracias al sabor fuerte y tonificador de la infusión. Aspiro su aroma delicioso, todos mis sentidos se recrean en cada sorbo. Prolongo este primer momento del día, bebo despacio, deleitándome con el sabor y el olor de este manjar líquido y exquisito. El silencio envuelve este rito solitario y placentero. ¡Qué calma! ¿Cuánto durará? Lo que dure el silencio, lo que dure el placer de este primer y solitario café de la mañana.


© Raquel Méndez Primo 2007

Lo firma http://es.geocities.com/lamejorcosecha1965/entinexistplatn.jpg

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Te imaginas cuantas cafeterías desearían tener algo tan bello colgado en un gran cartel, para deleitar a sus clientes, no sólo con el café, sino también con la lectura de este relato.

Raquel dijo...

Muchas gracias. Esto es en honor a todos los adictos al café del mundo, entre ellos tú y yo misma.

Anónimo dijo...

La verdad es que es la mejor forma de despertar todos los sentidos después de un largo sueño. En las mañanas suelo ser yo el que prepara el café en casa, y es ese aroma mientras cuece el agua y su vapor pasa a través del filtro, para que despúes sublimemente aparezca el café en el depósito superior. Dejo todas las puertas abiertas para que ese delicioso aroma invada toda la casa, es sencillamente delicioso.

Creo que ahora me tomaré un café, que me han entrado unas ganas...

Raquel dijo...

Pues no sabes cómo me alegra leerlo, porque es justo lo que pretendía, que al que leyera el relato le entraran ganas de tomarse un café, y que pudiera olerlo y casi saborearlo mientras leía.

Anónimo dijo...

y algunas que personas que lo taman a mediodia como si fuera la hora del aperetivoyo no lo critico pero donde este una buena caña de cerveza a medio dia que se quite el cafe
el cafe se puede tomar por las mañanas o por las tardes despues de comer.y te deja un buen regusto pero al mediodia la tradicion nacional es la tradicion
se me olvida el cafe nada mas levantarse es el que mejor sabe y el de media mañana para charlar un rato

Raquel dijo...

Pues menos mal que no criticas...

fiorella dijo...

Con un cafè recièn servido y ya a medio tomar,leo esto y es como tomarme este cafe con otros que no veo, pero los siento.Precioso texto.Un beso

De lunas y lunares dijo...

¿Qué sería de mí, de nosotros... sin ese primer café?, ¿dónde quedaría el placer de las mañanas?, ¿quién sustituiría al aroma del primer café para despertar nuestros sentidos?

¡Precioso texto!. La imagen también es muy bonita ;)

Besitos

Raquel dijo...

Gracias, Fiorella, un beso.
Buf, yo no sé qué sería de mí sin ese primer café, creo que no sería persona, Guacimara, un beso (la imagen es un cuadro de Federico Landi)

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